domingo, 3 de junio de 2012

Eran mis manos

Eran mis manos los barrotes
que hacían llorar tus pasos
aquel otoño de muertos
en el que la marea dejó
de refrescar nuestros muros y
no volvió a amanecer.

En aquel tiempo leíamos
en los restos de sal
que dejan las notas de música
todos nuestros silencios.
Durante aquellos momentos
en los que no nos mirábamos
se pararon los almanaques
a la espera de un nuevo otoño
       en el que asfixiarnos,
       en el que amanecer de nuevo.

Voy,
salpicada de tempestades ahogadas
entre vientos que traen
una melodía ausente
una encrucijada entre mis piernas
donde brotan manantiales entre partos

donde encuentro, por fin,
tus manos liberadas.

2 comentarios:

  1. Qué cosas dices!!! Tan bonitas dichas!! Qué contento tiene que estar Fran contigo... Besos. Elena.

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