lunes, 30 de julio de 2018

Hoy he gritado tu nombre

Hoy he gritado tu nombre,
pero se me ha quedado dentro.

Sólo ha salido un rosal
en busca de sus espinas,
la vitrina que me roba
recuerdos cada vez que
me pierdo en los bolsillos.
Ha salido un paso
de los que me acercan a ti,
un olor ausente,
mi imagen refugiada
en el espejo de olas.
Ha salido la ropa de verano
recién aireada,
las begonias que derramaron
unos ojos,

pero tu nombre,
tu nombre se me ha quedado dentro.

domingo, 6 de mayo de 2018

A Madhu




Érase una vez, mi vientre sin espacio en él para ti
lleno como estaba de los llantos que no fueron
y de palabras insonorizando sus paredes.
Hubo que reconocer que ninguna vida
crecería allí dentro.

Mientras, sentía tus pasos pequeños
al otro lado del mundo
donde nacen las niñas sin nombre y sin camino
pasos que acompasaron sellos, compulsas, firmas, sellos
hasta que aquella puerta se abrió 
y tu piel y la mía hicieron un nuevo manto,
nuevas costuras nos hilaron.

Otros ojos me hicieron mirar el mundo
con el color de la Madre.

Ahora, la mirada de todas las mujeres del mundo
vive en nosotras, y entre hilvanes
construimos nuestra historia.

Mamá, cuéntame, cuéntame otra vez
mi cuento indio.




domingo, 22 de abril de 2018

Desde que has decidido habitarme


Desde que has decidido habitarme
trepan por las paredes horizontes,
y golpean las olas en las puertas.

Bajo el suelo late un volcán
que ilumina las esquinas
y mata las hormigas antes de que
se lleven las manos.

Crecen girasoles entre las baldosas
y me hacen el amor los minutos
que te espero,
y te espero, junto al sol
que resbala por las cortinas,
a vientre abierto.

miércoles, 11 de enero de 2017

Moriré hoy

Moriré hoy
lo susurran las costras de sal
en el cuerpo de esta embarcación
y lo dibuja el vuelo de las gaviotas
con cara de buitre.
Moriré
y quizá, pueda agarrar una mano
antes de hacer volar los pies
y pueda mirar unos ojos que hablen
antes de llenarme con el plástico
que deshechan.
Mi número no será importante
como no los son los restos de naufragio
que atrás quedan y que un día fueron
como tú.

domingo, 10 de enero de 2016

BIsiones (II)

Han liberado el mariposario.
Ya no se celebran metamorfosis en las jaulas
apenas unas cuantas alas de ceniza
cuelgan suspendidas de los alambres.
      Hay que dar la bienvenida a nuestras bestias sin redención
      o buscar un acantilado.

viernes, 1 de enero de 2016

BIsiones (I)

Hay sombras detrás de las cortinas
y se han parado los relojes.
Fuera, los panfletos deshechos
cubren el suelo y huele a pólvora.
Hay que tomar una decisión
arrastrarse o
                     volar.

sábado, 8 de marzo de 2014

Diálogo con "Poema sin héroe" de Anna Ajmátova

Invocación                                             

                                                                    "Y que el desconocido
                                                                        de un siglo futuro
                                                                            me mire sin vergüenza". Poema sin Héroe. Ajmátova


Siempre estuvo sobre un cementerio, sobre el hades helado, nada importe que le lavaran el nombre para volvérselo a vestir.
Desde el año nuevo de 1913 donde bailan  las máscaras que hicieron Petesburgo, esperas. Un sueño entre la estela de una realidad que presagia su propio origen, entre la frivolidad de un baile, de una música, y todos los silencios. Aquellas paredes tapizadas de espejo en medio de un desierto helado, espectros de la alegría que está por venir mientras el futuro acecha, casi amenaza. Una casa, una sala blanca, sombras que surgen del movimiento de la que baila, quizá por amor, al compás de la muerte de Pretrushka y su insistente obsesión. Quién quieres que llame a tu puerta; a quién esperas encerrada en Confusión o  Colombina.
Fuera todo muere. Aunque nadie lo sabe, empieza el nuevo siglo sin una palabra que pueda vencer al destino. Apenas una vibración bajo la ciudad recoge la voz de los que fueron y anuncia todos los que están por venir a dormir allí para siempre. Se despide el amante.
Años después de aquel ensueño todo era encierro y hambre. Los caminos sepultados bajo la nieve, las huellas enterradas de aquellos que soñaban con huir y sólo podían dibujar una y otra vez la ciudad.
Anna, por qué miras hacia atrás y sólo ves extraños, por qué te acompañan esos espectros, quiénes son tus amigos. Todos esos velos que pones, me han herido igual, y no sé por qué.

Qué haces Anna mientras colocas esos puntos uno detrás de otro. Qué hay detrás de esos huecos que tanto dicen porque callan. Son los pasos que tendrás que dar para atravesar Volkov sin responder; fragmentada por el tiempo como se fragmenta el hielo del río Neva con la esperanza del deshielo. Palabras donde siempre viven los que ya nunca están. Anna, ¿a dónde vas?

Eco


No ha ocurrido nada todavía.

Resbala el espesor sobre el tapiz de la pared,
el carmín bordea las copas llenas de confeti
nos hemos besado tanto
que olvidamos el nombre del disfraz.

Esa sombra baila Cascanueces
ajena al murmullo bajo el suelo  de los desamparados sin chimenea
que golpean insistentes la alambrada.

No tienen latitud a la que ir,
nunca hubo fuego en el infierno
solo fabricantes de cuchillas para buscarte.

Pero estamos protegidos bajo nuestras máscaras
fuera solo hielo y plumas
y nosotros restregando el rostro, el empacho
en el espejo sin darnos cuenta de que
al otro lado están los hilos.

No puede decirse que haya sido un año de cadáveres
sino una oscura aurora boreal
al compás de la arlequinada.


Todo está empezando y nos encuentra dormidos.

Cuando frente al espejo miremos hacia atrás,
esperemos no ver el nuevo camposanto.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Cae

Cae la cabeza de trapo hacia el fondo abisal,
una carrera entre los árboles
aprovechando la claridad en la noche,
el miedo de aquellos gritos
y las canciones que jamás
podrás olvidar por muy largo
que se haga el viaje,
las lecciones a la intemperie
en época de agua
caen
los colores que tapaban
el pecho de tu madre,
el hambre cae, borrosa y sucia
en la pecera
el calor de otro cuerpo
justo en el momento en el que vuelve la luz

pero el tuyo no cae
es lo único que se dejó llevar
hasta las arenas con hueso de Lampedusa.

jueves, 25 de julio de 2013



No vuelan los ángeles sobre el cielo de Berlín,
sus sombras desplegadas desde las grúas
son recuerdos de una postal
en negro blanco
y una paleta acrílica
en el reverso.

Himnos de carteles acolchados, amontonando
historias que comenzaron en el check point
del siglo que enterramos en las fosas
cubiertas de graffiti.

(duelen las piernas de caminar en círculo 
sobre el abismo)

Es bueno ver el sol sobre los cuerpos desnudos
a la orilla del río helado.
Es bueno llegar antes que el tranvía
saltando adoquines
llevando la dama en el cestillo de la bicicleta.

Es bueno no olvidar
para no tener que conjurar la vergüenza.