domingo, 4 de marzo de 2012

Crisis

Parece que nos olvidamos de que las crisis son el detonante de los cambios, de las sacudidas que nos hacen reflexionar, mirar hacia otras oportunidades, dibujarlas. Ahora, las crisis nos asaltan por la espalda y, somos tan sensibles al miedo, que nos aterra todo lo que nos separe de nuestras rejas adornadas de pisos de protección oficial, coches blancos aspirantes a deportivos, y colegios de pago a precio de saldo.

Todos los días están compuestos de crisis de todas las intensidades y denominaciones, desestabilizaciones, para las que cada vez estamos menos preparados. El primer estadio para afrontar una crisis es la frustración, y ya no queremos educar la frustración, entenderla como una oportunidad de superación, la posibilidad de decidir, y la utilización de los elementos de la sociedad de la que formamos parte, o incluso la reinvención de nuevas herramientas y estrategias.

No crisis, no frustración, no reflexión, no evolución.

Hubo un tiempo en que eran las personas en calidad de mujeres, de asalariados, de estudiantes, quienes provocaban crisis que suponían un reajuste a una escala difícil de imaginar en este tiempo y en este zona del mapa. Ahora tejemos redes sociales almibaradas donde nos enviamos besos y emborrachamos de vídeos. Sin embargo, una comunicación profunda, orientada a sedimentar una conciencia de sujeto social con capacidad de reflexión, de agitación, ¿existe?

Hoy estamos llamados a provocar una crisis, pero no sé si hay mucha gente que le nazca la provocación de un sentimiento de comunidad en lucha o, simplemente, es la oposición partidista u oportunista. Hay, sin embargo, tantas razones para quedarse en casa, no un día, sino quedarse en casa de forma indefinida; hay exactamente 925 millones de razones para dejar de girar en esta rueda. Quién tuviera humanidad y fortaleza suficiente y…, para instalarse en una crisis que hiciera resquebrajar esta cárcel de barrotes dorados.

2 comentarios:

  1. Por fin uno que entiendo.
    No es tu culpa es mía.
    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas veces no hay una idea clara y definida detrás de los textos, sólo emoción, y si se provoca una emoción no hay nada más que entender.

      Eliminar