sábado, 8 de marzo de 2014

Diálogo con "Poema sin héroe" de Anna Ajmátova

Invocación                                             

                                                                    "Y que el desconocido
                                                                        de un siglo futuro
                                                                            me mire sin vergüenza". Poema sin Héroe. Ajmátova


Siempre estuvo sobre un cementerio, sobre el hades helado, nada importe que le lavaran el nombre para volvérselo a vestir.
Desde el año nuevo de 1913 donde bailan  las máscaras que hicieron Petesburgo, esperas. Un sueño entre la estela de una realidad que presagia su propio origen, entre la frivolidad de un baile, de una música, y todos los silencios. Aquellas paredes tapizadas de espejo en medio de un desierto helado, espectros de la alegría que está por venir mientras el futuro acecha, casi amenaza. Una casa, una sala blanca, sombras que surgen del movimiento de la que baila, quizá por amor, al compás de la muerte de Pretrushka y su insistente obsesión. Quién quieres que llame a tu puerta; a quién esperas encerrada en Confusión o  Colombina.
Fuera todo muere. Aunque nadie lo sabe, empieza el nuevo siglo sin una palabra que pueda vencer al destino. Apenas una vibración bajo la ciudad recoge la voz de los que fueron y anuncia todos los que están por venir a dormir allí para siempre. Se despide el amante.
Años después de aquel ensueño todo era encierro y hambre. Los caminos sepultados bajo la nieve, las huellas enterradas de aquellos que soñaban con huir y sólo podían dibujar una y otra vez la ciudad.
Anna, por qué miras hacia atrás y sólo ves extraños, por qué te acompañan esos espectros, quiénes son tus amigos. Todos esos velos que pones, me han herido igual, y no sé por qué.

Qué haces Anna mientras colocas esos puntos uno detrás de otro. Qué hay detrás de esos huecos que tanto dicen porque callan. Son los pasos que tendrás que dar para atravesar Volkov sin responder; fragmentada por el tiempo como se fragmenta el hielo del río Neva con la esperanza del deshielo. Palabras donde siempre viven los que ya nunca están. Anna, ¿a dónde vas?

Eco


No ha ocurrido nada todavía.

Resbala el espesor sobre el tapiz de la pared,
el carmín bordea las copas llenas de confeti
nos hemos besado tanto
que olvidamos el nombre del disfraz.

Esa sombra baila Cascanueces
ajena al murmullo bajo el suelo  de los desamparados sin chimenea
que golpean insistentes la alambrada.

No tienen latitud a la que ir,
nunca hubo fuego en el infierno
solo fabricantes de cuchillas para buscarte.

Pero estamos protegidos bajo nuestras máscaras
fuera solo hielo y plumas
y nosotros restregando el rostro, el empacho
en el espejo sin darnos cuenta de que
al otro lado están los hilos.

No puede decirse que haya sido un año de cadáveres
sino una oscura aurora boreal
al compás de la arlequinada.


Todo está empezando y nos encuentra dormidos.

Cuando frente al espejo miremos hacia atrás,
esperemos no ver el nuevo camposanto.