A Inma
Anunciarán las portadas
tu huida y los fragmentos
de charol de unos zapatos rojos
arremolinados en los rincones.
Seguirá flotando una sombra
bajo la luz oxidada de las farolas.
De nada sirve el grito de la bella Elena
metida hasta las rodillas
en el caudal que nace de tu cabeza
a la suya.
Ni todas las mantas pueden con tanto frío.
En un mundo a nuestra espalda
se refugia el escándalo
de la risa y aquí
volverá el otoño la próxima primavera.
Habrá que conformarse
con vestirnos las hojas que dejaste en el camino.