domingo, 25 de marzo de 2012

EL MUERTO - José Hierro




Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores:
yo querría poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.

jueves, 15 de marzo de 2012

Que venga

Que venga el viento
a sembrar las raíces
en el revés de la tierra.
Que caiga el mar desde lo alto
y deje los árboles
canos.

Que haga vibrar la brújula
de los que inventaron los barcos
y los destinos donde sobrevivir,
aquellos que todavía guardan
en el bolsillo las ondas
de una carcajada antigua.
Aquellos que aman la tierra
de tanto arrastrarse.

Que venga, para llevarse el infierno.

domingo, 4 de marzo de 2012

Alas

Las alas sin pájaro
se elevan a capricho del helio,
mientras los pájaros sin alas
miran la tierra
y tratan de recordar
cómo se inventaban los caminos,
cómo viajaban los océanos
bajo sus patas de viento.

Crisis

Parece que nos olvidamos de que las crisis son el detonante de los cambios, de las sacudidas que nos hacen reflexionar, mirar hacia otras oportunidades, dibujarlas. Ahora, las crisis nos asaltan por la espalda y, somos tan sensibles al miedo, que nos aterra todo lo que nos separe de nuestras rejas adornadas de pisos de protección oficial, coches blancos aspirantes a deportivos, y colegios de pago a precio de saldo.

Todos los días están compuestos de crisis de todas las intensidades y denominaciones, desestabilizaciones, para las que cada vez estamos menos preparados. El primer estadio para afrontar una crisis es la frustración, y ya no queremos educar la frustración, entenderla como una oportunidad de superación, la posibilidad de decidir, y la utilización de los elementos de la sociedad de la que formamos parte, o incluso la reinvención de nuevas herramientas y estrategias.

No crisis, no frustración, no reflexión, no evolución.

Hubo un tiempo en que eran las personas en calidad de mujeres, de asalariados, de estudiantes, quienes provocaban crisis que suponían un reajuste a una escala difícil de imaginar en este tiempo y en este zona del mapa. Ahora tejemos redes sociales almibaradas donde nos enviamos besos y emborrachamos de vídeos. Sin embargo, una comunicación profunda, orientada a sedimentar una conciencia de sujeto social con capacidad de reflexión, de agitación, ¿existe?

Hoy estamos llamados a provocar una crisis, pero no sé si hay mucha gente que le nazca la provocación de un sentimiento de comunidad en lucha o, simplemente, es la oposición partidista u oportunista. Hay, sin embargo, tantas razones para quedarse en casa, no un día, sino quedarse en casa de forma indefinida; hay exactamente 925 millones de razones para dejar de girar en esta rueda. Quién tuviera humanidad y fortaleza suficiente y…, para instalarse en una crisis que hiciera resquebrajar esta cárcel de barrotes dorados.